ETF son las siglas de Exchange Traded Fund, expresión inglesa con la que se denomina a los fondos de inversión cotizados. Se trata de una cesta con decenas o incluso cientos de valores reunidos que comparten cierta base en común (representan un sector o un país). Lo más frecuente es que el fondo replique el comportamiento de un índice de referencia a nivel mundial, por ejemplo, el S&P 500, que es un índice formado por las 500 mayores empresas estadounidenses por capitalización bursátil. La sociedad gestora compra acciones de todas las empresas del índice, las reúne en un fondo y luego ofrece participaciones.
Esto significa que al comprar una acción de un fondo cotizado estás invirtiendo (indirectamente) en varias empresas a la vez. Por ejemplo, el fondo FXIT incluye más de 80 acciones de empresas tecnológicas estadounidenses, entre las que se encuentran Big Techs como Apple, Microsoft, Facebook, Visa, Intel, etc. En lugar de comprar las acciones de todas esas empresas por separado, puedes comprar una acción del ETF y obtener la misma rentabilidad.
El precio de un fondo cotizado está relacionado directamente con el precio del índice que replica o de las empresas que lo componen. Así que si el S&P 500 sube un 2%, el fondo subirá alrededor de un 2%.
¿Por qué no exactamente el 2%? Hay varias razones. Una de ellas es que la empresa que gestiona el fondo puede cobrar una comisión que se deduce directamente de los beneficios. Pero también puede que la empresa preste las acciones a vendedores en corto, cobrando unas comisiones por ello que se reinvierten en el fondo para ofrecer a los inversores una mayor rentabilidad. El fondo también puede tener un tracking error, si las acciones que lo componen se ajustan manualmente, puede haber un retraso entre el fondo y el índice, lo que hace que los rendimientos difieran ligeramente. Muchos ETF son fondos de gestión pasiva, lo que significa que los gestores no intervienen en la composición del fondo. Esto suele traducirse en comisiones más bajas para el inversor.
¿Y qué pasa con todas esas ventajas que tiene poseer acciones, como el derecho a voto y los dividendos? ¿Las ofrecen también los ETF a sus inversores? En parte, sí. Por lo que respecta a los dividendos, los ETF pagan los dividendos que emiten las empresas a las que replican. Sin embargo, el ETF puede decidir si paga esa cantidad en efectivo o si la reinvierte en el fondo. En cualquier caso, los beneficios se transmiten al inversor.
En cuanto al derecho a voto, la cosa es un poco más complicada. Mientras que los ETF pueden poseer acciones de las empresas, los inversores del ETF sólo tienen acciones del fondo, lo que significa que no tienen derecho a voto en las empresas del índice.
Sin embargo, muchas de las gestoras de fondos cotizados publican sus políticas de voto. Por ejemplo, Blackrock, una de las mayores empresas de gestión de inversiones del mundo, ofrece directrices detalladas sobre cómo votan en las juntas de accionistas de las empresas que componen sus ETF. Si te preocupa el impacto de tu inversión en una empresa, puedes buscar ETF en los que la gestora vote como tú lo harías.
Los fondos suelen dividirse en renta variable (acciones), renta fija (bonos), materias primas (como los fondos de oro) y mixtos, que incluyen varios tipos de activos a la vez. Esta clasificación también es válida para los ETF.
Si vamos un nivel por debajo de los fondos que replican índices completos, existe una variedad casi infinita de subtipos de ETF. Las gestoras de fondos toman un índice, como el S&P 500, y de ahí eligen las empresas que cumplen con un criterio específico y las ofrecen en un nuevo ETF por separado.
Por ejemplo, el SPDR Information Technology ETF sólo escoge las empresas del S&P 500 que forman parte del sector de la tecnología de la información, una categoría de la Clasificación Estándar Global Industrial (o GICS, siglas de Global Industry Classification Standard). Si inviertes en este ETF, estarás invirtiendo en todas las empresas de tecnología de la información del S&P 500, y nada más. Eso significa que si ese sector supera al resto del índice, tus rendimientos serán mayores. Y si su rendimiento es inferior, también lo será tu inversión.
Puedes encontrar un ETF específico para casi cualquier categoría. Ya sea una selección por sector, tamaño de la empresa, porcentaje de liderazgo femenino o cualquier otra cosa, lo más probable es que haya un ETF que lo replique.
Dado que este tipo de ETF tienen un enfoque más limitado que un índice completo, tienden a ser más volátiles. Un ETF que sólo invierte en empresas del sector energético se verá más afectado por las subidas y bajadas de ese sector que un índice general. Las gestoras de fondos también suelen cobrar comisiones de gestión más altas por estos ETF, ya que son seleccionados y mantenidos por gestores humanos/reales.
Muy bien, ha llegado el momento de nuevo. Vamos a ver con cuánto te has quedado en este capítulo.